Eso es lo que afirma GERARDO, en un comentario a mi artículo sobre Ahorradores Energéticos, donde dice textualmente: “ Las calificaciones A, A+, A+++ etc lo que consiguen es que tengan menos reactiva y pidan menos amperios, luego lo que les ponen es un condensador acorde a las demandas de reactiva de estos electrodomesticos, es decir les meten un ahorrador energetico dentro”.
Hoy tenía previsto iniciar un par de artículos sobre el mayor fabricante de electrodomésticos del mundo: HAIER, pero el amigo Gerardo, con su comentario en mi blog me ha llevado a atrasar mi tema inicial para dar respuesta inmediata a su extraordinario “descubrimiento".
Como es costumbre en mi blog, cuando a mi juicio veo que el comentario de algún lector puede tener interés didáctico general, en lugar de responder a tal comentario a continuación, en la misma columna, convierto mi respuesta en un nuevo artículo, con lo que la información sobre el tema llega a más lectores.
Vamos al asunto. Como podéis leer en el comentario completo, primero se presenta como GERARDO en mi citado artículo sobre los ahorradores energéticos, se disculpa por no poner acentos, ya que está trabajando desde un ordenador americano. Luego nos dice que le falta muy poco para ser ingeniero técnico electrónico y después vuelve a defender los Ahorradores Energéticos.
A esto último no tengo más respuesta que remitirle a mi último artículo, ya citado.
Pero lo sorprendente de sus afirmaciones llega cuando escribe el texto que he transcrito en el segundo párrafo de este artículo: que los electrodomésticos, para conseguir la clasificación energética A, A+, A++ y A+++, lo que han hecho es “…. luego lo que les ponen es un condensador acorde a las demandas de reactiva de estos electrodomesticos, es decir les meten un ahorrador energetico dentro…”
Y el amigo Gerardo se queda tan feliz por su “descubrimiento”. Pues estás en un enorme error, amigo Gerardo. Tú has oído campanas pero no sabes dónde ni quien la toca. Me explicaré.
Hasta hace unos quince años, las lavadoras, por ejemplo, necesitaban un motor de dos velocidades: una velocidad para el lavado, 50 r.p.m. (vueltas por minuto en el tambor) y otra para el centrifugado, de 600, 800 ó 1000 r.p.m. Estos motores, asíncronos, monofásicos, de corriente alterna, no pueden arrancar por sí mismos, pues necesitan un condensador para iniciar el giro. Debe ser éste el condensador que tú dices. Pero este condensador solo sirve unos segundos para iniciar el giro del motor, ya que una vez iniciado el giro, el condensador queda fuera del circuito eléctrico al ser desconectado por un interruptor centrífugo del motor. Así pues, de “ahorradores energéticos, nada. No inventes ni supongas.
Es más, hoy en día, la mayoría de las lavadoras llevan un motor de corriente continua. Sí, he dicho de corriente continua, ya que mediante un rectificador, la alterna de entrada se transforma en continua. Y de eso hace ya unos 15 años…Supongo que no me dirás que también los motores de corriente continua consumen energía reactiva…
Resulta que en los motores anteriores, al comenzar el centrifugado, con la ropa pesada por el agua contenida, al iniciar el ciclo daban unos saltos o golpes que se oían a distancia. Se buscó entonces la manera de conseguir un centrifugado de velocidad progresiva, que pudiera regularse lentamente la velocidad hasta que la ropa aquedara bien distribuida por el bombo.
Además se perseguía otro objetivo: si al iniciar el centrifugado la máquina iba aumentando lentamente la velocidad, no se producían movimientos bruscos del bombo o tambor, con lo que podrían hacerse más grandes al tener la seguridad que en su arranque no iba a tocar con las paredes internas del mueble del aparato. Con esto se consiguió que con las mismas medidas exteriores de la lavadora, 60 cms. de ancho, pudiera aumentarse el volumen del tambor desde una capacidad de 5 kilos de ropa a 7, 8 y hasta 10 kilos.
Añadiré otra ventaja más del motor de corriente continua: tiene la posibilidad de alcanzar distintas velocidades de centrifugado, y hoy en día se pueden programar desde 600 rpm hasta 1.400 rpm, seleccionables cuando se programa cada lavado. Antes, recordemoslo, solo había dos posibilidad de velocidad: una de lavado y otra de centrifugado.
En ese momento se suprimió el condensador de arranque, pues como sabes, un motor de corriente continua no lo necesita.
Como es lógico, la Eficiencia Energética en Europa se inició en la madre de la técnica (Alemania), extendiéndose a los demás países y obligándose a ella por los acuerdos entre los estados. Dudar de la eficiencia energética real conseguida es negar la evidencia.
La realidad es que la eficiencia energética se ha ido consiguiendo a base de mejorar las técnicas: perfeccionar las acciones mecánicas de las lavadoras, la calidad de los detergentes, y muy especialmente el consumo de agua. Antiguamente las lavadoras consumían cerca de 100 litros de agua en cada ciclo. Hoy no llegan a 50. La resistencia o calefactor es de la misma potencia: 2.000 vatios, pero no es lo mismo calentar una cantidad de agua que el doble ¿No?
Si hablamos de lavavajillas, entre las mejoras de diseño, potencia de la bomba de circulación, regulación de los caudales, y, como en el caso de las lavadoras, en lugar de consumir 50 litros de agua consumen 10 litros por ciclo, de los que en el lavado y el aclarado caliente se tienen que calentar, en uno y otro caso. ¿Ves la diferencia en costes con la mejora de la eficiencia energética? Desde luego nada que ver con tus supuestos ahorradores “metidos” en los aparatos.
Si hablamos de frigoríficos, el tipo de gas refrigerante y muy especialmente los materiales empleados en su aislamiento, son los responsables de la mejora energética. No lo Ahorradores energéticos” de marras.
Espero, amigo Gerardo, que estas observaciones te sirvan para reflexionar y no volverte a meter en berenjenales que no conoces.
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